sábado, 24 de enero de 2009

El conejo que perdió la cola

Este era un conejo que un día perdió su cola. Su mamá le había advertido que no se metiera entre los zarzales. Sin embargo, los niños a veces no obedecen a sus papás y, de igual forma, este pequeño conejo no hizo caso a esta advertencia, corrió y jugó entre las zarzas llenas de espinas y ¡zas!, de pronto se quedó sin cola.

Y un conejo no se ve muy bien sin cola, así es que el pequeño conejo empezó a buscar algo que ponerse en su lugar. Lo primero que intentó fue una col. Sí, una redonda y verde col, que puesta con cuidado en su colita, lo hacía verse muy bien, pues una cola verde es siempre original.

Pero más tardo en regresar a jugar con sus amigos con su nueva cola verde, que en darse cuenta que, en cada vuelta que daba, alguno de sus amigos le pegada un mordisco a la cola y, de pronto, se quedó nuevamente sin cola, pues la col había estado muy apetitosa.

Así es que ahora intentó con una hermosa flor roja que encontró en el jardín. Vaya que se veía bien el conejo. La flor lo hacía el conejo más llamativo de su granja. Tan llamativo, que de pronto un enjambre de abejas lo empezó a perseguir por todo el jardín, pues querían comer el polen de esa flor... así es que el conejo salió corriendo y dejó la flor tirada, sin saber qué hacer ahora para reponer la cola que había perdido.

Lo siguiente que intentó fue ponerse una pelota pequeña que encontró ahí en el jardín. La pelota era redonda, brillante, y tenía una ventaja adicional: podía sentarse en ella y rebotar por todas partes, lo cual era de lo más divertido. Y así estuvo jugando largo rato en el jardí, rebotando de aquí a allá... hasta que el perrito del granjero descubrió dónde estaba su pelota favorita y persiguió y persiguió al conejo, que tuvo que salir huyendo nuevamente hacia el bosque, dejando atrás la pelota que había sido tan divertida...

Y entonces encotró la flor del algodón... ¡ah, qué bonita era esa flor! Blanca, suave, sedosa... parecía... parecía, precisamente, ¡una cola de conejo! Así es que el conejo cortó esta flor, la pegó fijamente a su colita y por fin pudo regresar a ser un conejo normal, con una linda y esponjada cola blanca.

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