Puede llamarse también: "El vampiro que comía ketchup" (N. del A.)
Cuando la familia decidió mudarse a su nueva casa, el señor que se las mostró les advirtió: "Sólo quiero que sepan que en esta casa habita un vampiro. Es algo muy tenebroso. Es terrible encontrar gotas de sangre en el suelo por las mañanas. Así es que prefiero que lo sepan y que no se sientan engañados."
El papá contestó: "Tonterías. Los vampiros no existen. Así es que compraremos la casa, que me parece perfecta para nuestra familia". Y se mudaron muy contentos a esta hermosa mansión de muchos pisos y habitaciones, que era una casa muy antigua y que seguramente había alojado a muchas familias por mucho tiempo.
Tampoco Tino, el niño de la familia, tenía miedo a los vampiros ni a las historias de miedo. Al contrario, le gustaba mucho asustar a sus hermanas contándoles historias de caballeros sin cabeza, de fantasmas y de ogros. Así es que su primera noche en su nueva casa fue muy apacible y durmió profundamente.
¡Cuál sería la sorpresa de todos al encontrar en el piso de la cocina las gotas de sangre que el señor les había descrito! Ahí estaban, como un camino que empezaba en la cocina y terminaba en las escaleras, donde, después de algunos escalones, desaparecía.
Pues Tino decidió entonces investigar esto. Y esa noche, cuando todos dormían, bajó muy despacio y sin hacer nada de ruido a la cocina... y ahí estaba el vampiro. Era un hombre vestido de negro, con una capa negra y, bueno, ya sabe cómo se ven los vampiros. Y cuando el vampiro oyó a Tino, volteó súbitamente, con ojos de fuego y ¡la boca llena de sangre!
Bueno, eso es lo que pensó Tino cuando lo vió... hasta que vió que sus manos sostenían una botella de catsup... con dos orificios redondos que, seguramente, había hecho el vampiro con sus afilados colmillos.
El vampiro se dio cuenta de que Tino volteaba a ver la botella y la escondió rápidamente tras su espalda, lleno de pena...
- "Pero, ¿tú comes catsup?", preguntó Tino... "¿No se supone que los vampiros comen sangre?".
- "¡Claro que no!", contestó indignado el vampiro. "¡Sangre, qué asco! ¿te imaginas? Es una mala fama que nos han hecho por siglos... Lo que me encanta es esta riquísima salsa de tomate."
- "Se llama catsup...", contestó Tino. "Puedes comer la que quieras, pero por favor ¡no ensucies el piso de la cocina! No sólo se ensucia y hay que limpiar todos los días, sino que asustas a muchas personas."
Y así charlaron largo rato Tino y el vampiro, que se volvieron muy buenos amigos. Todas las noches Tino le servía un plato de salsa catsup, y él le contaba muchas historias muy interesantes, que muy pronto podría contar a sus hermanas...
sábado, 24 de enero de 2009
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